PEREGRINACIÓN A TIERRA SANTA. ISRAEL Y JORDANIA. 2017

EL VIAJE DE MI VIDA: TIERRA SANTA

Shalom aleijem  «la paz sea con vosotros».

Siempre había dicho que viajar a Tierra Santa en peregrinación era un destino que no me podía perder porque sabía que no me defraudaría, y así ha sido.

Hasta ahora ha resultado ser el viaje más sorprendente, enriquecedor e inolvidable que he realizado. Y aunque es una vivencia personal y diferente para cada uno, para mí ha sido «el viaje de mi vida».

El recorrer los lugares por los que Jesús estuvo al igual que vivir tantas escenas del Evangelio es una experiencia que refuerza nuestra fe y no se olvida. Las palabras de Jesús que muchas veces oímos pero no escuchamos penetran con mucha más fuerza y de forma diferente en Tierra Santa.

Me di cuenta que estar en Israel  y Jordania nos sitúa ante realidades diferentes a las nuestras  que no siempre son agradables y con profundos contrastes. Que hay una gran división religiosa pero conviven multitud de credos. Que hay formas de vida que nos separan de otras personas pero también hay otras que nos unen.

Me llamó la atención la simpleza, la humildad y el recogimiento de algunos edificios que visitamos exentos de grandes adornos y centrados en lo que realmente es importante: la esencia y no la forma.

Es muy difícil elegir cuál ha sido el lugar que más me ha gustado y emocionado porque son muchos: la visita a la Basílica de la Anunciación deleitándonos con el maravilloso canto del Angelus,  la eucaristía en el Mar de Galilea, entorno que contempló Jesús tal cual está; el Mar Muerto que a algunos nos dio vida; el insólito paisaje de Qumram; el maravilloso Vía Crucis, el complejo e inusual edificio del Santo Sepulcro, con sus diferentes espacios para que puedan celebrar su rito las diferentes comunidades cristianas; los milenarios Olivos en el huerto de Getsemaní.

Muy curioso me pareció el descenso a la gruta de rasgos bizantinos con su imponente escalera hacia la tumba de María; la Natividad en Belén, lugar para algunos compañeros muy conmovedor y qué decir del estimulante paseo nocturno por el barrio árabe, en pleno Ramadán, por donde se veía pasear a José Ignacio como por su propia casa…. lo cual nos transmitía tranquilidad ante tanta algarabía. En cambio me produjo una inmensa tristeza el museo del holocausto, es imposible asimilar tanta barbarie. En fin son tantos los sitios que me han dejado huella….

Y cómo no destacar la magnificencia de Petra, que realmente me impresionó y que contrasta con el desolador y monótono paisaje de Jordania.

Mencionar también la formidable guía que tuvimos, Ronit, que con su inmensa cultura nos dio una bella y completa lección de historia de Israel e hizo vivir de una manera más intensa nuestro viaje. Y qué decir de la labor de José Ignacio que prepara con esmero, ilusión y entusiasmo cada peregrinación a Tierra Santa como si fuera la primera, marcada por numerosos detalles con todos nosotros.

En conclusión ha sido una bella experiencia en la que he disfrutado de la compañía de quienes hemos compartido esta aventura, especialmente de las amigas que pernoctábamos en la misma habitación y dedicábamos mucho tiempo a comentar las maravillas que habíamos contemplado.

Ha sido mi primer viaje a Tierra Santa y espero que no sea el último.

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